jueves, 8 de julio de 2010

EL PREDADOR

Aquí les dejo un capítulo del libro. Si bien escribí esto hace ya más de seis años, creo mantiene toda su vigencia y decidí incluirlo en el blog porque creo guarda mucha relación con la entrada anterior. Espero les guste.

“Los chamanes del antiguo México descubrieron que tenemos un compañero de por vida -dijo de la manera más clara que pudo-. Tenemos un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas... Los chamanes creen que los predadores nos han dado nuestro sistema de creencias, nuestras ideas acerca del bien y del mal, nuestras costumbres sociales. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador que nos hace complacientes, rutinarios y egomaníacos.

-¿Pero de qué manera pueden hacer esto, don Juan? -...Para mantenernos obedientes y dóciles y débiles, los predadores se involucraron en una maniobra estupenda (estupenda, por supuesto, desde el punto de vista del estratega). Una maniobra horrible desde el punto de vista de quien la sufre. ¡Nos dieron su mente, que se vuelve nuestra mente! A través de su mente, los predadores inyectan en la vida de los seres humanos lo que sea conveniente para ellos”.

Carlos Castaneda, “El lado activo del Infinito”

Según Don Juan, los chamanes pueden ver a los niños como bolas luminosas de energía, cubiertos de arriba a abajo con una capa brillante de conciencia. Ese es el alimento de los “predadores” que la consumen de forma tal que al llegar el ser humano a ser adulto solo queda de esa capa brillante una angosta franja que se eleva desde el suelo hasta por encima de los dedos de los pies. Esa franja permitiría al ser humano continuar vivo.

Según don Juan, los predadores necesitan, no solo mantenernos vivos, sino también seguir alimentándose y para ello nos otorgan problemas banales que generan “llamaradas de conciencia” que ellos fuerzan a crecer y de esa forma “nos mantienen vivos para alimentarse con las llamaradas energéticos de nuestras seudo-preocupaciones”.[1]

Hace un tiempo participé en un Seminario sobre Tabaquismo donde hubo una ponencia en la cual se habló de toda la manipulación que las tabacaleras hacen de la información que trasmiten a sus consumidores, de cómo, en los países como el nuestro, donde está prohibida la publicidad sobre el cigarrillo, esta gente se encarga de burlar esa prohibición echando mano a toda la creatividad de los publicistas que contratan. Cualquiera puede observar como los quioscos son decorados con los colores y las formas que son características de las distintas marcas de cigarrillos. Pero no solo es la información lo que manipulan. En esa ponencia también se habló de las formas como los químicos de esa industria logran hacer que los cigarrillos sean más adictivos a pesar de tener un menor nivel de nicotina, por ejemplo agregándoles amoníaco y modificando de esa forma el ph del humo, como quedó evidenciado en un famoso juicio que se realizó en Minnesota, Estados Unidos, cuyas actas están disponibles en internet y que diera lugar a la película “El Informante”, por la cual el actor Russell Crowe estuviera nominado al Oscar, premio que según se dijo allí, las tabacaleras se encargaron de evitar que recibiera. Pero claro, todo esto no está disponible para el común de la gente, los medios de comunicación, en los cuales la industria tabacalera invierte cifras astronómicas, se encargan muy bien de evitar que todo esto trascienda. Este es un ejemplo claro de un predador de los que habla Don Juan, se nutre de nuestro dinero y lo que es mucho peor aun, de nuestra salud. A través de la publicidad carga nuestra mente de imágenes que nos convencen de la necesidad de fumar para ser felices y tener una vida placentera y, a través de la manipulación, y yo diría prostitución, de un producto que para nuestras culturas autóctonas tiene un origen y una finalidad sagrada, logran generar una de las peores adicciones, sino la peor.

Pero estos no son los únicos predadores, cada vez existen en la televisión más programas de chismes que alimentan las mentes de quienes los ven de problemas banales para mantenerlas ocupadas y lejos de los temas que verdaderamente importan. Pan y circo, decía el emperador, esa es la forma de mantener a la gente contenta y dominada. ¿Cuántas veces hemos asistido a verdaderas cortinas de humo lanzadas por los gobernantes con la intención de desviar la atención de la gente? Y no importa aquí de qué sistema político hablemos, en todos ocurre.

¿Quién no ha comprado alguna vez algo solamente porque la publicidad le hizo pensar que debía tenerlo y luego se dio cuenta de que había sido engañado? La llamada “sociedad de consumo” y su principal arma, la publicidad, nos intenta convencer segundo a segundo de que no es posible vivir sin el último modelo de auto, o de computadora, o sin tal o cual electrodoméstico, o sin el cable, etcétera, etcétera, y entonces vemos a las personas trabajando horas y horas para lograr pagar las deudas que el “confort” les ha obligado a generar. Los “predadores” han logrado que la gente se reúna en torno al televisor y consuma todo lo que los medios le ofrecen sin siquiera criticarlo, y estos manipulan la información sin el menor escrúpulo para de esa forma generar en nosotros las reacciones que ellos o la clase dominante a quienes generalmente responden, deseen y de esa forma se alimentan de nuestra conciencia y de nuestras vidas.

Como dice don Juan, “el predador” vino de las profundidades, pero tal vez no del cosmos, como él dice, sino de las de nosotros mismos. Nosotros mismos somos ese predador, la especie humana en su conjunto se ha encargado de depredar este hermoso planeta en el que vive, sus bosques, sus mares, sus desiertos, el agujero en la capa de ozono, Hiroshima y Nagasaki, las ballenas y todos los demás animales extinguidos o en vías de por culpa de la mano criminal y su caza indiscriminada. Como decía más arriba, vivimos la terrible paradoja de que un planeta que tiene la mayor parte de su superficie cubierta de agua, se está quedando sin ella y las reservas acuíferas naturales están pasando a ser peligrosamente codiciadas. Somos la única especie que caza solo por deporte y no para alimentarse, que mata a sus crías aun antes de nacer, que llama a la pérdida innecesaria y criminal de vidas humanas “daños colaterales”. Vivimos en un planeta inmensamente rico pero donde todos los días mueren miles de niños de hambre. Naciones enteras sucumben ante la miseria y la hambruna mientras un solo hombre acumula riquezas que pagarían la deuda externa de varios países, y no hay solo uno.

Pero ¿cómo entender esto, que la misma especie que acunó la inconmensurable belleza de la obra de Mozart o Miguel Angel o tantos otros seres maravillosos, prohijara también las atrocidades de un Hitler, para nombrar el más representativo aunque, por desgracia no el único?. El Dr. Stanislav Grof, uno de los fundadores de la Psicología Transpersonal, tiene una teoría que tiene tanto de revolucionaria como de interesante. El sostiene que las explicaciones que hasta el momento ha intentado dar la ciencia tradicional, han sido poco convincentes y débiles. Según él, “la imagen del hombre como ‘mono indefenso’ que alberga instintos homicidas heredados de su pasado animal, no explica lo que el psicoanalista Erich Fromm denominó ‘agresión maligna’, que es exclusivamente humana.”[2] De la misma forma que el modelo biográfico tradicional encuentra serias dificultades en su intento de dar cuenta de la psicopatología individual, resulta por demás insuficiente al intentar explicar la psicopatología masiva de todas las atrocidades y aberraciones que el hombre ha cometido a lo largo de la historia. Como dice el Dr. Grof, “los traumas psicológicos asociados con experiencias que plasman nuestra psiquis después del nacimiento no son suficientes para explicar los horrores del nazismo, las atrocidades del régimen stalinista o la conducta monstruosa relacionada con el Apartheid”.[3] Solo cuando incluimos los aspectos perinatales y traspersonales que se observan en los estados no ordinarios de conciencia, todo esto de lo que venimos hablando pasa a ser más comprensible.

El Dr. Grof lleva más de 40 años investigando los estados no ordinarios de conciencia provocados en una primera instancia, a partir de experiencias con LSD pero que luego continuaron con una técnica creada por su esposa Cristina y él mismo, que dieron en llamar Respiración holotrópica y que consiste en una combinación de un modo de respiración más rápido y profundo del habitual, con música evocativa perteneciente a las más diversas culturas y un tipo específico de trabajo corporal. Como resultado de esas investigaciones, el Dr. Grof ha llegado a la innegable evidencia de que muchas de las condiciones que la psiquiatría tradicional considera patológicas o estrafalarias, son manifestaciones naturales de la dinámica profunda de la psiquis humana y a partir de allí, ha llegado a la conclusión de que el modelo utilizado hasta ahora por la psicología y la psiquiatría es insuficiente para dar cuenta de estos fenómenos. Como resultado de su trabajo ha desarrollado un modelo que permite una comprensión mucho más amplia del psiquismo y que incluye tres niveles o reinos, como él los ha dado en llamar. El primero es el nivel biográfico tradicional que contiene los aspectos estudiados por las distintas corrientes psicológicas y que hacen referencia a la primera y segunda infancia y a la vida posterior. El segundo nivel es el perinatal que incluye todas las experiencias relacionadas con la vida intrauterina y el trauma del nacimiento. Por último, el tercer nivel es el transpersonal, que va más allá de las coordenadas de espacio-tiempo y de nuestras fronteras corporales y de nuestro yo personal y que representa una conexión directa entre nuestra psiquis individual, el inconsciente colectivo y el universo entero.

Por lo tanto, los estudios del Dr. Grof llevan a la conclusión de que muchas emociones extremas pueden tener origen en la lucha de vida o muerte que lleva implícita el trauma del nacimiento y que, dado que este es un hecho que todos compartimos, tiene la capacidad de provocar aberraciones psicológicas masivas en las que una multitud de personas comparten una experiencia de tremenda furia inconsciente a la que contribuirían los arquetipos del inconsciente colectivo y su extraordinario poder para eliminar todas las fronteras individuales.

Por supuesto que todo este planteo no pretende desconocer que la guerra, por ejemplo, involucra factores no solo psicológicos sino también históricos, económicos, sociales y políticos. La idea es ampliar al máximo la conciencia incluyendo elementos que hasta ahora fueron dejados de lado, yo diría que de forma muy significativa.

Las investigaciones llevadas a cabo por la denominada Psicohistoria parecen coincidir con las observaciones realizadas de estados no ordinarios de conciencia, en que todos llevamos en las profundidades de nuestro inconsciente poderosas energías y emociones asociadas al trauma del nacimiento, que no hemos asimilado, y por lo tanto dominado adecuadamente. Cuando ese material es activado desde el interior o desencadenado por hechos del mundo exterior, puede producir extrañas psicopatologías individuales, incluida la violencia sin causa real aparente y que, cuando se producen simultáneamente en grandes cantidades de personas y son canalizadas por un líder, como Hitler por ejemplo, que también esté influido por las mismas energías perinatales y además posee el poder de manipular la conducta colectiva de una nación, lleven a la posibilidad de renegar de los sentimientos inaceptables y proyectarlos en una situación exterior en la cual el enemigo se convierte en el culpable del malestar colectivo y la guerra es la solución. A la luz de todos estos planteos, no sería mala idea tratar de trascender lo obvio para intentar aproximarnos a cuáles pueden ser las profundas motivaciones que estén influyendo en esta nueva escalada bélica de la que estamos siendo testigos y sobre la cual solo parece que existen explicaciones económicas o geo-políticas si nos atenemos exclusivamente a lo que los distintos medios de prensa nos ofrecen.

El Dr. Grof se pregunta si el fracaso de los diferentes esfuerzos por corregir el actual curso de los acontecimientos no se deberá a que ninguno de ellos toma en cuenta a la psiquis humana y el nivel evolutivo presente de nuestra conciencia, que, según él, representa el mayor obstáculo que enfrentamos como especie.

Vivimos en un mundo que tiene riquezas suficientes para asegurar un buen nivel de vida para todos y cada uno de sus habitantes, sin embargo miles de personas mueren de hambre diariamente. La ciencia moderna posee los conocimientos necesarios para desarrollar remedios eficaces para combatir cualquier tipo de enfermedad o fuentes de energía limpias y renovables. Sin embargo se produce un despilfarro cada vez más insensato de los recursos naturales, estamos contaminando nuestro mundo de forma irreversible y se dilapidan cantidades inimaginables de dinero, energía y recursos intelectuales en crear armamentos cada vez más sofisticados.

Todo parece indicar que vamos en una carrera desenfrenada hacia nuestra aniquilación y la de nuestro planeta.

Todos hemos sido testigos de cómo miles de millones de dólares fueron arrojados en forma de misiles sobre Irak matando todo lo que se interpusiera en su camino, y de cómo, para justificar ello, el presidente de la más grande potencia del mundo mentía flagrantemente a la ONU sin que eso tuviese la más mínima consecuencia para él. La excusa es la misma de siempre, “hay un tirano que es un peligro para la paz mundial y hay que destruirlo”, no importa si en el intento destruimos también a su país con todos sus habitantes dentro, tal vez ellos se lo merezcan por no “haberse dejado liberar”. El daño que esta nueva demostración de locura colectiva dejará es inconmensurable. Y no solo en Irak, Afganistán, la franja de Gaza, o donde sea, si algo se ha logrado con la globalización es que tomemos contacto directo con la idea de que, como partes del tejido de una red que somos, lo que allí ocurra nos afectará directamente, ya no podemos permanecer ajenos a ello. Y lo que es más aberrante aún, el desarrollo impresionante de las comunicaciones nos permite observar en tiempo real como los “carroñeros” de siempre se pelean para ver como se repartirán loa suculentos contratos que la “reconstrucción” de toda la destrucción que estás guerras dejaran.

Es realmente espeluznante, pero ¿qué nos puede extrañar, si ha sido la constante de toda la historia moderna? Tal vez la diferencia mayor este dada por el hecho de que los mismos avances tecnológicos que facilitan la precisión de sus misiles son los que nos permiten estar en contacto directo con todo lo que ocurre escapando muchas veces a su control. Los satélites nos permiten ver sus cadenas noticiosas a las que pueden manipular y censurar, pero también nos permiten ver a las del resto del mundo sobre las cuales no tienen control. La Internet, uno de sus inventos más maravillosos, se les ha escapado de las manos y nos permite estar conectados con todo el mundo como nunca antes, en toda la historia de la humanidad pudimos estarlo y esto implica un movimiento sin precedentes en nuestra visión del mundo, un verdadero impacto en nuestro “punto de encaje” que debe traer aparejada una verdadera revolución interior. Esta es nuestra única alternativa, dar un salto de proporciones sin precedentes en el proceso evolutivo de nuestra conciencia. Como dice el Dr. Grof, “no existen intervenciones externas que puedan crear un mundo mejor, a menos que vayan acompañadas por una profunda trasformación de la conciencia humana”.[4]

Porque no nos engañemos, todos somos en alguna medida responsables de lo que está pasando. Todos y cada uno de nosotros somos “predadores”. Lo somos de nuestros hijos cuando queremos que sean como a nosotros nos parece que deben ser y cuando les impedimos entrar en contacto con su propio poder y que de esa forma se tornen cada vez más autosuficientes e independientes, porque nos aterra renunciar a nuestra autoridad en cuanto poder de mandar y control sobre ellos. Lo somos de nuestros subordinados cuando pretendemos imponer una determinada forma de trabajar sin escuchar siquiera sus opiniones al respecto, lo somos de nuestras parejas cuando olvidamos que si somos “parejos” entonces debemos compartir por igual el poder en la relación de forma horizontal y no pretender imponernos, y lo somos con nosotros mismos cuando depredamos nuestros afectos, nuestro propio poder personal y nuestra autoridad porque ello implica asumir nuestra responsabilidad sin tener en cuenta que rehuir a ella implica depositarla en manos de quienes detentan el poder con el consiguiente riesgo que esto implica. En “Pertenecer al Universo”, Capra pone un ejemplo que deja bien en claro esto de lo que estoy hablando. El dice que “en el antiguo paradigma, el médico es la autoridad respecto de la salud del paciente, tiene el poder de decidir si estás sano o no y de qué hacer al respecto. En el nuevo paradigma, el médico actúa mucho más como un consejero y ayuda en el proceso de curación que es realmente organizado por el paciente. Es muy superior la responsabilidad individual en la salud y así poder y responsabilidad se hallan realmente integrados”.[5] Este ejemplo puede y debe ser aplicado a todos los aspectos de nuestra vida.

Por eso, un cambio profundo en nuestra conciencia, que nos permita reasumir nuestra autoridad y poder y por ende nuestra responsabilidad individual y colectiva, es lo único que puede permitir alentar la esperanza de tener un mundo mejor para legarle a las generaciones venideras.



[1] Carlos CASTANEDA, “El lado activo del Infinito”, págs. 280-281.

[2] Stanislav GROF, "La mente holotrópica", pág. 231.

[3] Stanislav GROF, “La mente holotrópica”, pág. 231

[4] Stanislav GROF, “La mente holotrópica”, pág. 240.

[5] Fritjof CAPRA, “Pertenecer al Universo” pág. 240.