sábado, 3 de abril de 2010

Prólogo para la segunda edición que nunca fue, al menos hasta ahora

Alberto Zapicán es un muy querido amigo con una vida impresionante. Luchador social, preso político, músico, sanador, escritor. Quién quiera saber más de él, basta con poner su nombre en google, o puede visitarlo en su casa de puertas abiertas en el Remanso de Neptunia.

Con las piedras que encuentres en el camino sé delicado y llévatelas, y si no las puedes cargar a los hombros como hermanas, al menos, déjalas atrás como amigas”

Rafael nos invita a pasar por el umbral de su vida, abriéndonos sus puertas y ventanas, señalando las innumerables llaves para cerrar el dolor y abrir la felicidad, para así con ésta, descorrer las veladuras de los sentidos y entrever las realidades paralelas, los sincronismos, las anticipaciones; de la mano nos lleva a compartir lo más sagrado, la familia, su familia!

Rafael nos llama a la atención, que cada uno al nacer, trae un paquetito de alimentos y una escalera, si ese alimento lo suministramos adecuadamente, servirá para toda la vida, ello nos permitirá estar livianos, ágiles y así poder tomar la escalera para diariamente ascender un escalón, y el espectro de la vida, la claridad, más se expande, a pesar que hay quienes acaparan los paquetitos ajenos o se lo consumen de inmediato, éstos, al estar pesados por haber ingerido todo lo ajeno, toman la escalera y lo más fácil es descender, pero todo descenso es oscuro. Cabe preguntarse, cómo estoy usando mi alimento, o el de quién? Y la escalera... la ocupo...?

Rafael nos enseña a ver entre líneas, que la mente es capaz de transformar todo, el dolor en tranquilidad, la oscuridad en claridad, en definitiva, ahí reside el poder, en la claridad, y ello nos permite qué hacer con nuestra vida, o cómo hacerlo!

No hay mayor libertad que la de poseer la llave para abrir o cerrar la actividad mental, es el mayor tesoro que podemos poseer para el desarrollo de nuestra identidad.

“Dijo el amigo al amigo, sobre el puente:

Mira que alegres están los peces en el río...

El otro replicó:

Y como tú conoces la alegría de los peces en el río?

Y replicó el primero:

Por mi alegría sobre el puente.”

El hombre recurrió al símbolo en un tratar de plasmar significados, que se alejaban más y más, por su incapacidad de romper su confusión, y el símbolo servía y ha servido para que el humano cubra su desnudez, transformándolo en autoengaño para permanecer...

Sin atreverse a Ser!

Y la humanidad ha envejecido siguiendo esa huella, por eso somos ajenos y no nos merecemos.

Si al leer este libro, lo hacemos descondicionados de lo que creemos que somos, recobraremos el valor, la decisión, la claridad y seremos más responsables de nosotros mismos, ya que él nos lleva a la real estatura humana, la de ser persona!

En el encuentro o reencuentro con él, vi un gran espejo sin adornos y de manos extendidas, cálidas, sin tiempo, y llenas de esperanzas, por lo cuál podría ser uno mismo en el cuerpo del otro, donde los silencios se llenaban de comprensión, gratitud y respeto, donde la claridad tenía un mismo idioma, por esto, y por mucho más, me siento honrado al haberme dado la posibilidad de ser una parte de su historia, nuestra historia.

En definitiva, así es la sincronicidad!

Alberto Zapicán

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